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miércoles, 10 de marzo de 2010

El poder de la Palabra

EL PODER DE LA PALABRA

Por alguna razón que no puedo comprender, desde pequeña pelea con las arvejas cada vez que aparecen en su plato. “ Pero si la pobre arvejita no te ha hecho nada por qué la odias?,” digo yo, en un intento por sacar una sonrisa de sus labios que cambie un poco la eterna discusión sobre las verduras. Pero es imposible, mi hija Carolina definitivamente no quiere las arvejas; lo que termina por convencerme no sólo de su aversión si no de cómo nuestros pensamientos pueden afectar la realidad, fue una de esos simples experimentos de primaria que seguramente todos hemos hecho: la germinación de una semilla en un frasco de vidrio.

Un día cualquiera, Carolina llega con la famosa tarea de Ciencias, y aprovechando la ocasión yo le propongo que además del frijolito tradicional ponga a germinar unas arvejas que han quedado en la nevera (y que ya están germinadas: confieso que lo hice con una segunda intención pues tenía la esperanza de que al verlas crecer más rápido que el fríjol, se ganaran algo de su afecto…). Alistamos lo necesario: frascos, algodón, bandas de caucho, frijoles y las saludables y verdes arvejitas con su pequeña raíz blanca asomando tímidamente fuera de la cáscara.

Diez minutos después, estaban en su frasco correspondiente los tres frijoles y las tres arvejas germinadas, buscamos un lugar donde les diera el sol y quedó lista la tarea. Todos los días sin falta los inquietos ojitos infantiles escudriñaban los frascos en busca de cambios, y no faltaban los comentarios: “ Mami, definitivamente a mí si me gustan los fríjoles, en cambio las arvejas… ( censura), es que son horribles!! ”.

Yo me olvidé de los frascos al lado de la ventana, hasta que unos días después me sorprendió el siguiente comentario: “ Si ves mami, son mejores los fríjoles!!” Cuando me acerqué a mirar, me di cuenta con tremenda sorpresa que los fríjoles tenían unas bellas hojas saliendo de la cáscara, mientras que las arvejas estaban comenzando a descomponerse y no habían crecido.

Qué pasó? Las condiciones eran iguales para los dos, la misma cantidad de luz y agua, pero la ventaja que tenía el “ equipo de las arvejas ”al estar germinadas se perdió mágicamente, y el proceso que se había iniciado en la nevera hacía una semana quedó cancelado.

Cómo explicar lo sucedido a una niña de 9 años, cuyo pensamiento científico no admite la menor falla en un argumento? En ese momento recordé a Masaru Emoto y sus experimentos con los cristales del Agua, y fotografías en mano intenté explicarle a mi hija que no era culpa de las pobres e inocentes arvejitas, sino que de alguna manera su desagrado y falta de amor habían impedido un proceso que en cualquier otro caso habría producido una hermosa plantita.

Obviamente mi espíritu pedagogo se impuso a las circunstancias, y aproveché la oportunidad para mostrarle a mis hijas cómo el agua posee la capacidad para captar y memorizar información, recalcando ante todo que los seres vivos estamos formados principalmente por agua.

Nuestros pensamientos, nuestras emociones, lo que sentimos o decimos, se transforma en energía que afecta el mundo que nos rodea, y así como de alguna manera la semilla de arveja “sintió” que no la querían y dejó de crecer, pues también los seres humanos nos afectamos ante las energías negativas de otras personas.

Las fotografías que toma Masaru Emoto a los cristales del agua, a cuyos frascos previamente ha mostrado etiquetas con diferentes palabras, fotografías o música, nos revelan principios en los que se basan medicinas vibracionales como la homeopatía y las esencias florales. Estos principios nos sirven para entender por qué funcionan éstas medicinas, pero también nos llevan al descubrimiento de todo una serie de implicaciones para nuestra vida diaria y ojalá nos ayudaran a reconocer el Poder que las palabras pueden tener en otras personas cuando las decimos o pensamos.

Con una palabra podemos sanar pero también podemos enfermar. Podemos brindar alegría, esperanza, bienestar, pero también dolor, rencor o tristeza.

Una sola palabra basta para hacer saltar lágrimas o para producir una carcajada, pero nosotros a veces andamos por el mundo soltando palabras al viento sin sentirnos responsables de sus efectos.

“En Japón se dice que las palabras del alma residen en un espíritu llamado Kotodama o espíritu de las palabras, y que algunas pueden cambiar el mundo. Todos sabemos que tienen una enorme influencia en nuestra manera de pensar y sentir, y por lo general las cosas funcionan mejor cuando empleamos palabras positivas. Sin embargo, hasta ahora no hemos sido capaces de ver los efectos de éstas en el terreno físico. Las palabras son una expresión del alma”.

Masaru Emoto, Los Mensajes Ocultos del Agua

En otro de sus experimentos, el Dr Emoto reúne a un grupo de personas alrededor de un lago contaminado para orar, y sorprendentemente un mes después la prensa local manifiesta su extrañeza por los cambios que se empiezan a percibir en el agua.

Las muestras de agua tomadas antes y después de las oraciones, presentan cambios significativos en su estructura. Mientras las primeras no forman cristal alguno, las segundas expresan toda la belleza de la naturaleza. Estos mismos resultados se obtienen en experiencias similares relacionadas con la oración.

Hace poco una de mis alumnas, estudiante de enfermería, me contaba una experiencia que tuvo en una unidad de cuidados intensivos, con una paciente que se encontraba muy grave. Esta paciente llevaba varios días sin responder al tratamiento, su estado era cada vez peor, cuando una de las enfermeras que pertenece a un grupo de oración sugirió colocar frases positivas y amorosas pegadas al suero; las frases eran cambiadas con cada bolsa, y para sorpresa de todos la paciente comenzó a mejorar, al punto que a los pocos días estaba fuera de la unidad.

Palabras….tan sólo palabras escritas en un trozo de papel, ¿pueden convertirse en el mejor de los medicamentos si su mensaje está orientado al amor y a la salud? Pues sí, aunque nos cueste trabajo creerlo, son cosas que suceden, tal vez todavía inexplicables a los ojos de la ciencia pero cuyos resultados se pueden ver en éste y otros casos donde las palabras actúan a un nivel mas allá de lo observable.

¿ Será que vale la pena tomar más conciencia de lo que decimos y pensamos ? ¿ Será que podemos utilizar esa capacidad de nuestros cuerpos-agua para mejorar nuestra salud y nuestra vida?

Yo creo que sí. Creo que tenemos un potencial increíble para desarrollar si tenemos en cuenta que somos Agua, y que el agua capta incluso aquello que no decimos.

Tal vez no lograré nunca convencer a mi hija de comer arvejas, pero espero al menos que haya descubierto el poder que pueden tener las palabras y quizás aprenda a usarlas para crear un mundo mejor a su alrededor.

Marcela Salazar G.

“Si llenas tu corazón con amor y gratitud, te encontrarás rodeado de muchas cosas que podrás amar y agradecer; incluso podrás acercarte mas a la vida de salud y felicidad que buscas. Pero ¿ qué ocurrirá si emites señales de odio, insatisfacción y tristeza? Entonces quizás te conviertas en alguien odioso, insatisfecho y triste. La vida que llevas y el mundo en que vives dependen de ti”.

Masaru Emoto, Los Mensajes Ocultos del Agua

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