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domingo, 22 de febrero de 2015

VIAJE INTERIOR

ESCUCHANDO AL NIÑO INTERIOR

A mi amiga Martha, quién me acompañó a crecer y ya de grande me recordó la importancia de cuidar de mi niña interior…

A todos aquellos “niños grandes”, cuyas heridas están esperando para sanar..



Un biplano rojo y un niño de 8 años, aparecen repentinamente en la vida del prestigioso y detestable asesor de imagen Russ Duritz .

Es la película “The Kid”, protagonizada por el actor Bruce Willis, en la que sin saber cómo ni por qué, y a punto de cumplir 40 años, éste hombre se encuentra cara a cara con el niño que fue, quien llega para hacerle ver que su vida es solitaria y vacía a pesar del éxito aparente que tiene.

“¿No soy un piloto? ¿No tengo una familia? ¡¿No tengo un perro que se llama Chester?! ¡Voy a ser un fracasado!”, son algunos de los reclamos que le hace el pequeño Rusty, quien poco a poco lo lleva a recordar momentos de la niñez que dejaron heridas profundas que marcaron la vida del adulto Russ, convirtiéndolo en un hombre cínico, irascible y con dificultades para relacionarse sentimentalmente.

Sin duda el guionista de ésta película también leyó a Richard Bach, especialmente su libro “Uno” donde explora el concepto de vidas y mundos paralelos, proponiendo una visión distinta del tiempo y el espacio y  creyendo en la posibilidad de comunicarnos con el ser que fuimos, darle lecciones, guiarlo o ayudarlo para que escoja un camino distinto del que nos trajo a la vida actual.

Si tuviéramos esa posibilidad, ¿Qué le diríamos a nuestro “Yo” de 8 años para ayudarlo a ser feliz? ¿Qué opinaría él de nuestra vida actual?

Mientras se descubre la máquina o la forma que nos permita viajar en el tiempo, es bueno tratar de descubrir quién es el Niño Interior, qué quiere y qué podemos hacer para dialogar con él de forma que nos ayude a ser felices en nuestra vida presente.

¿Quién es el Niño Interior?

La psicología y la neurociencia nos dicen que nuestro Arquetipo del Niño Interior está conformado por todas las creencias, experiencias y conceptos que se quedaron grabados en nuestro cerebro durante la infancia, en forma de pensamientos, recuerdos y sensaciones corporales muchas veces inconscientes, (la mayoría en nuestro Cerebro Reptil y en el Cerebro Mamífero, más que en el Humano, según la teoría de MacLean) pero que de alguna forma determinan quiénes somos en cada etapa de nuestra vida, las decisiones que tomamos y la forma como nos relacionamos con el mundo fuera de nosotros.

Pensemos un poco… ¿Cómo es en general un niño? Muchas veces inquieto, quiere saberlo todo, es irresponsable, soñador, auténtico, ingenuo, necesita sentir y vivir intensamente cada emoción, busca a toda costa el placer, lo que le gusta (se puede sentar a comer un paquete entero de dulces sin pensar en las consecuencias posteriores…), puede ser narcisista, espontáneo, tirano, no tiene límites para lo que quiere hacer… Puede lanzarse por una ventana con capa de superman, o subirse a un árbol sin pensar en que se puede caer… Y sobre todo, está muy necesitado de afecto.

De alguna forma, todos hemos querido ser héroes y princesas en algún momento de nuestra vida, siempre nos gusta ganar, y buscamos alejarnos de aquello que nos molesta, nos hiere o creemos que es un peligro potencial para nuestra felicidad.

Al niño no le gustan las críticas, las obligaciones, la rigidez o las normas de los adultos, porque son aburridas, pueden doler, pertenecen al principio de “No placer”. Nos aleja de todo lo que considera “malo”, pero a su vez es la fuente de donde provienen las ideas, la creatividad, los sueños nuevos.

Algunas personas dicen que su lugar preferido del cuerpo para habitar, es el corazón….

Para el niño pequeño, su primera referencia de seguridad y amor son los padres, a quienes idealiza, considera perfectos, dignos de imitar y cuya palabra es ley, y posteriormente el mundo se amplía a sus maestros y otras personas significativas en su mundo.

Pero tarde o temprano llega un momento de nuestra vida en el que descubrimos que la realidad es un poco diferente a lo que hemos soñado, los padres o adultos a nuestro alrededor también se equivocan, mienten, nos rechazan, nos pueden herir, podemos  ser o sentirnos abandonados y el muro de seguridad a nuestro alrededor se derrumba. Es lo que en psicología llaman un “Evento interruptor”, como aquel que marca una diferencia en nuestra vida emocional y que muchas veces preferimos sepultar en lo profundo del inconsciente para no sufrir, pero que siempre termina afectando de alguna forma nuestra vida adulta.

A medida que vamos creciendo, la vida nos enseña que ser niño no es bueno, y desarrollamos una necesidad imperativa de ser grandes, imitar a los adultos, “vivir la vida”, tener independencia, pero en una parte profunda del interior del cerebro, queda agazapado nuestro niño interior, esperando que le demos gusto y cumplamos todos sus sueños. Que volvamos a jugar.

Existen muchas cosas en la vida que hacen que los adultos perdamos la conexión con nuestro niño interior (para que no nos recuerde el sufrimiento,  las promesas rotas o los sueños sin cumplir), como el abandono, el maltrato (físico o psicológico), las frustraciones, los fracasos, todo aquello que nos sale mal, que dejamos sin resolver y mandamos para el inconsciente (como basura debajo del tapete), pero especialmente aquellas decisiones que de alguna manera traicionan nuestros ideales o sueños, que van en contra de lo que nuestro niño quiere pero que una parte de nuestra personalidad o la vida nos obligan a tomar.

Los traumas, el dolor, el rechazo, hacen que de alguna forma vayamos construyendo máscaras que nos permitan interactuar con el mundo, buscar aprobación y representar un papel que nos puede producir placer, pero que a la larga aumenta la desconexión con nuestro niño interior y su infelicidad.

Como terapeuta he visto los efectos catastróficos que un niño interior herido puede causar en la vida de un adulto, desde dolores y enfermedades físicas, hasta adicciones o problemas psicológicos que afectan la personalidad y la felicidad.

En el caso de las adicciones, es frecuente encontrar que el niño interior tiene un “pozo sin fondo”, un vacío que no se puede llenar nunca, y que de manera errónea el adulto trata de llenar con algo externo (cigarrillo, licor, drogas, juegos, trabajo, sexo, etc.) pero que al mirar la vida en retrospectiva tuvo su origen en la falta de afecto, atención o aprobación de uno de sus padres, o peor aún, de ambos.

Particularmente desde la AONC utilizamos ejercicios para conectar con el Niño Interior y poder saber qué quiere, cuando abrimos canales de conciencia que nos ayuden a expresar las emociones guardadas durante mucho tiempo, y cuando buscamos la forma de sanar eventos de nuestro pasado que se vuelven significativos en los bloqueos o enfermedades de nuestro presente.

Este tipo de ejercicios son la forma en que la Neurociencia nos ayuda a viajar en el tiempo, no para cambiar los acontecimientos que vivimos porque es imposible, pero sí la forma en que reaccionamos ante ellos, la manera en que vemos lo que nos sucedió, pues tener un punto de vista amoroso, sin juicios, neutral sobre lo que vivimos, nos ayuda a sanar y seguir adelante.

Comprender que nuestros padres o las personas con las cuales crecimos también fueron niños heridos, que no son perfectos, que también son o fueron “Seres en construcción”, es una forma de reducir o eliminar las consecuencias de los eventos que nos marcaron en la vida de forma negativa, y poder verlos como un aprendizaje y no desde el punto de vista de la víctima.

No sobra decir, que primero somos hijos que Padres, y las heridas sin sanar que cargamos como hijos, terminan por acumularse y afectar nuestra vida como padres, creando a su vez más heridas en un camino que no tiene fin, hasta que decidimos parar, mirar atrás y perdonar.

Muchas veces el fracaso en las cosas que emprendemos tiene que ver con un Niño Interior herido, pues él se asegura de protegernos del dolor o de las amenazas según lo que hemos vivido. Cuando nos sabotea tenemos que preguntarnos de qué nos está protegiendo, qué es realmente lo que quiere, y cómo podemos convertirlo en nuestro aliado para tener éxito y ser felices.

El niño interior quiere sentirse amado, aceptado, quiere la seguridad del “Hogar”, y en realidad somos los únicos que podemos indagar sobre sus heridas y establecer vías de comunicación que nos ayuden a sanar las emociones guardadas a lo largo de nuestra vida. Es un proceso que requiere valentía, enfrentar los miedos y dolores más profundos, esos que llevamos años ocultando, pero lo puedo decir por experiencia propia, el proceso de observar  y sacar a la conciencia tiene resultados muy satisfactorios y al final uno se siente caminando por la vida más liviano.

A veces las respuestas llegan fácil, a veces están sepultadas bajo toneladas de basura que hay que limpiar pacientemente, pero siempre el resultado es positivo, y nos sentimos mejor y más felices.

Cuando la tristeza nos embarga, la enfermedad se hace persistente, el fracaso es como una tonelada de peso que no nos deja avanzar en el camino, o nos cuesta trabajo establecer vínculos emocionales, es tiempo de buscar al niño interior, darle afecto en forma de las cosas que le gustan, invitarlo a jugar un poco, a soñar…escuchar sus quejas y reclamos.

Y si decidimos sentarnos tranquilamente a conversar con él en vez de combatirlo, tal vez podamos descubrir cosas interesantes como Russ, escoger un rumbo diferente en nuestra vida, y por qué no, cumplir finalmente algunos de nuestros sueños de niños…


Nota:
Para aquellos que quieran divertirse un rato y aprender de la inocencia de un niño, pueden ver “The Kid” o “Encuentro conmigo mismo” en el siguiente link.




 También podrán descubrir, por qué la luna llena a veces se ve anaranjada…
  

 Ahora los dejo, me voy a jugar…

                                                                            

Marcela Salazar










viernes, 23 de enero de 2015

Viaje Interior

EL EFECTO PIGMALION
“Profecía de la auto-realización personal”

“La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición «falsa» de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva «verdadera».” Robert K. Merton


El poeta romano Ovidio nos narra en su Libro X de "Las Metamorfosis”, el mito de Pigmalión. Éste era un rey de Chipre, además de un magnífico escultor, que permaneció soltero hasta que decide crear una bellísima escultura de la mujer más perfecta jamás imaginada. Es tan hermosa, que se enamora perdidamente de su obra, la nombra “Galatea”, la viste, la visita todos los días y la convierte  en su objeto de adoración, y en un festival en honor de Afrodita le ruega que le dé la vida. La Diosa cumple sus deseos, y Galatea se convierte en una mujer de carne y hueso, se casa con el Rey y tienen descendencia.

Este mito se utiliza en el ámbito educativo, para explicar cómo las ideas y concepciones que tengan los maestros de sus alumnos, influyen en el rendimiento escolar de los mismos, y se hizo evidente en un experimento realizado por el profesor de psicología Robert Rosenthal en colaboración con la directora de una escuela, Lenore Jacobson.

Ellos aplicaron una prueba de inteligencia a varios grupos de niños de primer a sexto grado, dividieron a los niños en dos grupos al azar y le dijeron a la maestra del primer grupo que tenía a su cargo estudiantes de coeficiente normal; a la del segundo grupo, le indicaron que sus estudiantes estaban situados por encima del promedio de inteligencia, por lo cual se podían esperar resultados notables en su desarrollo académico, pero ésta diferencia no era en realidad cierta, ni la prueba aplicada podía prever resultados académicos.

Al final del año volvieron a aplicar la prueba a todos los alumnos, y el resultado fue que los niños del grupo descrito como de coeficiente intelectual alto, habían mejorado mucho más su rendimiento que el otro grupo.

Las conclusiones del estudio explican que aunque los dos grupos tenían las mismas capacidades, si los profesores creían que un alumno era bueno, le estimulaban más a través del lenguaje no verbal, le ponían más retos, le daban más retroalimentación y más refuerzos positivos ante los resultados.

El Efecto Pigmalión también se usa para explicar cómo las ideas o expectativas que tengamos sobre nosotros mismos nos llevan a cumplir nuestro destino, al atraer a nuestra vida las personas o acontecimientos que cumplan los requisitos de nuestras propias “profecías”.

Como lo explica el sociólogo Robert K. Merton, “una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad”.

El ser humano es la suma de muchos factores; su historia familiar, las influencias de las personas con las cuales interactuamos a lo largo de nuestra vida ( maestros, amigos, jefes, colegas, familiares, etc) y por supuesto su visión del mundo, sus pensamientos, ideas y emociones, y a través de la alquimia de todos éstos elementos construimos quienes somos y cómo respondemos ante las circunstancias de la vida. Este resultado determina qué elecciones tomamos, qué camino elegimos, y al final,  condiciona nuestra propia felicidad.

Entender la influencia que tienen las personas que nos rodean sobre nosotros, y viceversa, hacer conciencia de cómo nos afectan las historias personales y manera de ver el mundo de los otros para nuestra propia vida, es un punto de partida para poder escoger qué queremos en nuestra vida de todo ese mundo de influencias que recibimos a diario, y a su vez, tomar conciencia de la forma como estamos afectando la vida de aquellos que nos rodean especialmente el caso de los niños, y mucho más cuando somos figuras de autoridad como Padres y Maestros.

“Somos aquello que pensamos”; si nuestros pensamientos giran en torno a la negatividad, el fracaso, la baja autoestima o los errores que hemos cometido en la vida, atraeremos a nuestra vida las personas y acontecimientos que confirmen esos mismos pensamientos, y el círculo vicioso nunca podrá cambiar.

Si traemos a la conciencia el origen de éstos pensamientos negativos, si descubrimos como detectives que intentan resolver un crimen dónde está el comienzo de la cuerda que nos hace movernos de nuestro camino como hilos invisibles de una marioneta, es posible que logremos cambiar un destino negativo, de fracasos, de infelicidad, por uno donde seamos capaces de cumplir nuestros sueños y disfrutar lo que la vida nos da, y además cambiar la vida de los que nos rodean al evitar transmitir la negatividad de nuestra propia mente.

Las personas que tenemos algún tipo de autoridad sobre otras, como es el caso de padres, maestros y jefes, tenemos la responsabilidad de conocernos interiormente, reconocer nuestras virtudes y defectos, avanzar y crecer como personas, para que la influencia que podamos ejercer sea la mejor posible, y podamos contribuir de manera positiva al desarrollo personal de aquellos que nos rodean .

¿Hacia dónde queremos ir en nuestra vida? De las expectativas e ideas que tengamos al respecto de nuestro futuro dependen los resultados que podemos obtener, y aquí hay que tener en cuenta la fuerte influencia que ejercen los contenidos del inconsciente, al actuar como hilos invisibles que nos mueven de un lado a otro del camino.

Yo creo que todos tenemos la capacidad de ser Pigmalión, podemos ser nuestros propios escultores creando una obra en particular que se llama nuestra propia Vida, en la que podamos poner las mejores virtudes, sueños, pensamientos, ser los pintores que le dan colorido, cuando escogemos nuestros pensamientos y desechamos todas aquellas influencias que no nos sirven para cumplir nuestras metas personales y nuestros sueños.

Una vez creemos nuestra Profecía, no nos olvidemos de pedir a la “Diosa del Amor” que bendiga nuestra creación, y recordemos siempre que la Voluntad es la fuerza más poderosa que existe en la naturaleza, cuando tenemos claro cual es la meta que queremos alcanzar.



Marcela Salazar



jueves, 8 de enero de 2015

VIAJE INTERIOR

RECUPERANDO EL NORTE

Los científicos  y los místicos hablan del cambio que sufrirá nuestro bello y adolorido planeta, cuando cambie la polaridad magnética y el norte deje de ser el norte.

Los primeros hablan de las transformaciones que ha sufrido el campo magnético de la Tierra a través de miles de años, y de las evidencias recientes de que el proceso se va a repetir. “Desde que en 1861 se ubicó por primera vez el polo norte magnético, éste se ha movido más de 1.000 kilómetros, y el movimiento se ha acelerado en los últimos años según los científicos de la NASA: de 10 a 40 millas al año. De seguir así, como se espera que ocurra, en unas décadas estará posicionado sobre Asia y no sobre Norteamérica como está hoy.”(1) y eventualmente se producirá una inversión total de la polaridad.

El constante cambio climático, la desorientación de bandadas de aves, ballenas y peces, y otros fenómenos terrestres, son indicaciones de que nuestro planeta exterior, está cambiando.

También los mayas hablan del fenómeno que se acerca, y con ellos muchas personas que explican que ésto afectará a todos los seres vivos en muchos aspectos de la vida y que tenemos que prepararnos para los cambios que se avecinan.

Las brújulas empezarán a apuntar para el lado contrario de la tierra, desaparecerá el campo que nos protege de la radiación solar, muchas especies se extinguirán, pero además, según los místicos, todos tendremos que evolucionar la conciencia para descubrir cuál es nuestro norte.

“Lo que es afuera es adentro”, dicen por ahí, y  la transformación paulatina de nuestra Tierra afuera está produciendo cambios sutiles en sus habitantes, creando a veces caos y desesperación cuando nos damos cuenta que en nuestro viaje interior, de repente hemos perdido el norte..

Y yo hoy me pregunto, cuál es mi Norte?

Casi siempre pensamos que hacia donde debemos ir son nuestras metas o sueños: tener una pareja, una familia, una casa,  un trabajo ideal o cualquier otra cosa que el mundo exterior pueda brindarnos. Pasamos años luchando por esos sueños, por construir la vida que deseamos y llenarla de personas, actividades u objetos que según nosotros, nos dan la felicidad. Y es así, somos felices mientras tengamos todo eso.

Hasta que llega un momento en que esos “nortes” pueden desaparecer, sucede algún fenómeno externo que los hace cambiar ( las personas mueren o se van, las casas se incendian o derrumban, los trabajos ideales se acaban o uno decide dejarlos) y de un momento a otro uno se siente perdido, solo, confundido, sin saber para dónde ir ni cómo recuperar las ganas de vivir: el norte…

Para eso no hay brújula que sirva, no hay objeto que sirva…

Cuando tu mundo se derrumba, cuando tu territorio desaparece por cosas que suceden en el mundo exterior, la única opción que tienes es mirar hacia adentro.

Establecer un pequeño e íntimo dialogo con tu corazón…ése que tantas veces abandonamos por perseguir las cosas de afuera, tratando de ganar batallas y conseguir tesoros, ése que tiene todas las respuestas pero al que muchas veces no escuchamos por andar sumergidos en el torbellino del mundo y del Ego que todo lo quiere para sí.

No es fácil ése diálogo…primero necesitas el silencio…aquietar la mente que como siempre es “la loca de la casa” con su parloteo interminable y lleno de residuos de la interacción con otras personas.
Usualmente llenamos nuestra vida de ruido, de personas o de actividades que acallen los mensajes del corazón, cuando nuestra personalidad nos impulsa a alejarnos del norte y nos confunde con actividades mundanas y vacías de sentido.

Soledad…Silencio…conexión con lo profundo…escucha interior…esa es la meta, y las modalidades para lograrla son muchas.

Hay personas que meditan varias horas al día, otras oran, otras se concentran en su trabajo y al hacerlo desde dentro, con el corazón, nunca dejan de escuchar. Otras personas pintan, hacen música, danzan, tejen…casi siempre aquellas actividades que involucran las manos, son un buen método para encontrar el camino a casa, pues nuestras manos son una extensión de nuestro corazón.

Lo importante es permitirse escuchar, aunque a veces no nos guste lo que el corazón tiene para decirnos…escuchar sus reclamos, su llanto, su dolor cuando nos alejamos del propósito del alma, y reconciliarnos con él para poder tenerlo como nuestro aliado en la búsqueda del verdadero camino, ése camino que nos ayude a ser felices siempre, sin importar quién o qué tengamos en el mundo exterior, porque la verdadera meta es nuestro crecimiento, nuestra evolución como personas, como almas inmortales que vinimos a éste mundo mortal para aprender y crecer.

El norte exterior puede cambiar. Pero el verdadero norte, esta dentro, en el corazón. Y entre mas rápido lo descubramos, más rápido podremos evitar que la “loca de la casa” trastorne nuestra vida y nos haga perder la alegría interior para ir en busca de ilusiones que desaparecen de un momento a otro.

Porque la verdadera felicidad no está afuera, está adentro. Porque no depende de personas, objetos o lugares. Porque el mundo exterior puede cambiar, pero si tu mundo interior esta en Paz, podrás construir encima de las cenizas o la soledad un mundo nuevo que te lleve por caminos de crecimiento y riqueza infinitos.

Porque la muerte es una ilusión, lo exterior siempre desaparece o cambia, no debemos olvidar que el verdadero Norte, está en el corazón.


Marcela Salazar


Bibliografia
1.    http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2014-10-16/perdemos-el-norte-que-pasa-cuando-los-polos-magneticos-de-la-tierra-se-invierten_246379/ (1)
2.    http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/11/141111_ciencia_campo_magnetico_terrestre_inversion_jg

3.   http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/cambio-polaridad-tierra/cambio-polaridad-tierra.pdf